Aquello del marketing mix y sus 4 “P” (producto, precio,
promoción y distribución o “place”, punto de venta) suena ya a reliquia de
tiempos pasados, suena casi si me apuras a las teorías Taylorianas de la
división del trabajo.
En un mundo como el actual, todo gira en torno a la
comunicación, hasta el punto de que los departamentos de promoción, ya son de
comunicación. Comunicar es igual a vender.
En turismo, sobre todo en el turismo interior, hoteles con
encanto, etc, impera la promoción y su
forma estrella de desarrollarla, la comunicación, por encima de aquellas otras
tres “P” del marketing mix: Producto, Precio y Distribución.
Pero, ¿por qué? ¿Son tan importantes la telefonía móvil,
Internet y las Redes Sociales como para comprar algo malo, caro y lejano sólo
porque nos han informado de la existencia de ese producto? ¿Tan tontos somos?
En mi opinión, la comunicación no puede hacer milagros. Es
cierto que muchas veces compramos un viaje, un hotel o un billete de avión imperando
la comodidad, la inmediatez, y que muchas veces eso nos hace darle menos
importancia al producto y al precio. Es cierto que comprar por Internet es
entendido como un sinónimo de comprar más barato, aunque no siempre lo sea. Que
no importa la lejanía del punto de venta, porque compramos a compañías que
operan dentro de nuestro salón, a través de nuestro portátil o tablet.
Pero no nos engañemos: si le preguntas a cualquier hostelero
de éxito te dirá que sus clientes no vienen porque haya hecho mucha
publicidad, sino porque su producto es bueno.
Es momento de despertar del agradable sueño.
Todos los hoteles con poca ocupación, los destinos poco
deseados, los restaurantes mediocres quieren más promoción, quieren darse más a
conocer porque piensan que así conseguirán más clientes. Pero sin un buen producto
adaptado a las necesidades del cliente y sin un precio bien equilibrado con ese
producto, no nos servirá de nada hacer publicidad, promoción en redes sociales,
ni nada que se le parezca. Sólo conseguiremos predicar a los cuatro vientos lo malos que somos.
No nos engañemos: analizar los defectos de nuestro producto turístico requiere
aceptar los propios errores, y eso no le gusta a nadie. Es más fácil decir que
el problema no está en nosotros, sino en la promoción, que no es adecuada o
suficiente. Y ahí están los comerciales de los hoteles mediocres dando vueltas
todo el santo día para intentar vender aquél producto “sin defectos”.
Así que, si tienes un alojamiento con encanto y me dejas
darte un consejo, empieza por analizarte tú, antes de buscar fallos en los
demás. Piensa objetivamente, deja las emociones a un lado, y verás como todo
empieza a funcionar. Después, vete a la tercera “P”, comunícate todo lo que
quieras, y dile al mundo entero que tienes un producto de “P” madre…
No hay comentarios:
Publicar un comentario