jueves, 25 de julio de 2013

MARKETING CLÁSICO PARA MERCADOS MODERNOS


Aquello del marketing mix y sus 4 “P” (producto, precio, promoción y distribución o “place”, punto de venta) suena ya a reliquia de tiempos pasados, suena casi si me apuras a las teorías Taylorianas de la división del trabajo.

En un mundo como el actual, todo gira en torno a la comunicación, hasta el punto de que los departamentos de promoción, ya son de comunicación. Comunicar es igual a vender.

En turismo, sobre todo en el turismo interior, hoteles con encanto, etc,  impera la promoción y su forma estrella de desarrollarla, la comunicación, por encima de aquellas otras tres “P” del marketing mix: Producto, Precio y Distribución.

Pero, ¿por qué? ¿Son tan importantes la telefonía móvil, Internet y las Redes Sociales como para comprar algo malo, caro y lejano sólo porque nos han informado de la existencia de ese producto?  ¿Tan tontos somos?

En mi opinión, la comunicación no puede hacer milagros. Es cierto que muchas veces compramos un viaje, un hotel o un billete de avión imperando la comodidad, la inmediatez, y que muchas veces eso nos hace darle menos importancia al producto y al precio. Es cierto que comprar por Internet es entendido como un sinónimo de comprar más barato, aunque no siempre lo sea. Que no importa la lejanía del punto de venta, porque compramos a compañías que operan dentro de nuestro salón, a través de nuestro portátil o tablet.

Pero no nos engañemos: si le preguntas a cualquier hostelero de éxito te dirá que sus clientes no vienen porque haya hecho mucha publicidad, sino porque su producto es bueno.

Es momento de despertar del agradable sueño.

Todos los hoteles con poca ocupación, los destinos poco deseados, los restaurantes mediocres quieren más promoción, quieren darse más a conocer porque piensan que así conseguirán más clientes. Pero sin un buen producto adaptado a las necesidades del cliente y sin un precio bien equilibrado con ese producto, no nos servirá de nada hacer publicidad, promoción en redes sociales, ni nada que se le parezca. Sólo conseguiremos predicar a los cuatro vientos lo malos que somos.

No nos engañemos: analizar los defectos de nuestro producto turístico requiere aceptar los propios errores, y eso no le gusta a nadie. Es más fácil decir que el problema no está en nosotros, sino en la promoción, que no es adecuada o suficiente. Y ahí están los comerciales de los hoteles mediocres dando vueltas todo el santo día para intentar vender aquél producto “sin defectos”.

Así que, si tienes un alojamiento con encanto y me dejas darte un consejo, empieza por analizarte tú, antes de buscar fallos en los demás. Piensa objetivamente, deja las emociones a un lado, y verás como todo empieza a funcionar. Después, vete a la tercera “P”, comunícate todo lo que quieras, y dile al mundo entero que tienes un producto de “P” madre…

 Manuel Pimenta

 

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